Termoterapia

Con termoterapia, o terapia térmica, se designa el uso del calor con fines terapéuticos. Esta palabra sed usa generalmente para referirse a los tratamientos que usan el calor con fines analgésicos o de alivio. El efecto directo de la termoterapia es el de producir una vasodilatación que a su vez tiene efectos positivos en la reactivación de la circulación sanguínea del metabolismo, además de estimular la actividad secreción de las glándulas y la regeneración de diferentes tejidos. Otros resultados del uso del calor son importantes efectos hipotensivos y analgésicos.

El calor reduce la percepción del dolor mediante diferentes mecanismos:

• Estimula las terminaciones nerviosas, sensibles a la temperatura modulando la transmisión de las señales dolorosas al cerebro;
• Favorece la producción de sustancias por parte de nuestro cuerpo, llamadas endorfinas, que tienen capacidad analgésica.

El calor produce no sólo la vasodilatación sino también la formación de nuevos vasos a nivel del músculo. Esto produce una mayor irrigación sanguínea de los tejidos, y por consiguiente una mayor oxigenación y un mayor aporte de sustancias nutritivas. La dilatación de los vasos favorece la eliminación de las sustancias que se forman en los procesos inflamatorios y que son responsables de las sensaciones de dolor. El mayor aporte de sustancias nutritivas y de oxígeno favorece el metabolismo energético de las células musculares, facilitando su relajamiento y la recuperación de sus funciones. El calor, además, aumenta la fluidez del líquido presente en las articulaciones y aumenta la elasticidad del colágeno presente en los tendones, en los articulaciones y en las cápsulas articulares. La termoterapia está particularmente recomendada para el tratamiento de los dolores musculares y de las articulaciones, provocados por diferentes causas como pueden ser la fatiga muscular, contracciones, estiramientos y torsiones, artritis. Puede también recomendarse para el tratamiento de dolores crónicos y ocasionales.